19 enero, 2012

Comprar la despensa en el primer mundo





















He creado esta sección llamada ‘problemas del primer mundo’ porque quizá, cuando alguien lea algunos de mis dilemas en Europa, piense que vivo en una burbuja. Como dije, sólo trato de contar cómo es mi vida por acá.


En ‘el primer mundo’ el hambre deja de ser importante a la hora de escoger qué se come. La dieta se determina, normalmente, por influencias externas (y no por impulsos internos).

Cuando se va a un supermercado en cualquier país desarrollado, se ve una amplia variedad de etiquetas en los alimentos como Fair Trade, Soil Association, LEAF label, Stewardship Council… que apoyan el comercio justo, la comida orgánica, conservan el medio ambiente, promueven la agricultura o pesca sustentable, etc.

Entonces, algunas de las preguntas que me hago –aunque algunos se rían de mí- cuando voy al supermercado son: ¿Este queso viene de una cabra feliz? ¿Las hierbas que estaba comiendo habrán tenido pesticidas? ¿Será ético comer atún si he leído que está en extinción? ¿Estaré apoyando a una empresa local con mi compra? (prefiero productos locales y artesanales a industriales)...

Hace diez años, era fácil comer de forma consciente (bastaba con evitar los fast foods y contar calorías). Ahora es necesario saber de biología, métodos de agricultura sostenible y hasta conocer algo de economía para consumir de forma sustentable e inteligente. Tengo que aclarar que, aún aquí, ‘comer de forma sustentable’ se percibe como algo elitista porque es más caro y se puede creer que consumir productos orgánicos es un símbolo de estatus… pero yo me siento mejor conmigo misma y prefiero gastar en esto (que en otros ‘lujos’)…

Decido qué comer tomando en cuenta mis emociones, la imagen que percibo de mi cuerpo, el lugar en donde estoy comiendo, la publicidad a la que he sido expuesta –siempre y cuando la haya considerado honesta y que me de a conocer o me ofrezca un verdadero beneficio-, los valores éticos que pueda tener, etc. La comida no es sólo un combustible en este caso.

Primero hemos comido para sobrevivir. Después hemos racionado los alimentos durante las guerras. Luego hemos sido inundados por dietas diversas para adelgazar, estar más sanos, tener mejores defensas, ser más fértiles, etc. Después la industria ha comenzado a crear más productos alimenticios y más nichos. Y ahora muchos no dejamos de analizar los alimentos, ya que la comida refleja nuestra ética y estilo de vida.

Lo que comemos tiene un impacto sobre el mundo definitivamente. Los países ricos –donde su gente ya no come para sobrevivir- tienen la obligación moral de preguntarse si los alimentos son sostenibles, si los animales fueron bien tratados, si no se está ingiriendo hormonas o pesticidas, etc.

Claro, muchos pensarán: ‘No hay nada complicado sobre la comida. ¿Por qué se complican?´… y tienen razón, lo natural es bueno. La naturaleza no se equivoca, ya que los alimentos que hemos comido durante siglos no pueden ser tan malos… sólo que sí, mejor comer –y consumir- de forma responsable si podemos y si eso está en nuestras manos.

2 comentarios:

kintaluna dijo...

Oye, me llegó una duda y/o idea muy loca. supongamos que tengo un negocio de exportación de frutas haciea Europa, algunas dudas serían: solo por ser productos poco comunes en Europa ser venderían fácil, o también estudian mucho las frutas que compran por allá y sobre todo si son productos extranjeros. Recientemente se me ocurrió esta idea, honestamente no se si algún día lo lleve a cabo, pero creo que sería buena propuesta. Saludos!

Jess dijo...

Kintaluna, la verdad es que no se que tan fácil o dificil sea exportar - importar a la UE. Tienen como 80 mil reglas y la agricultura aquí esta MEGA subsidiada. Sin embargo, no es imposible vender productos alimenticios aquí, ya que yo he comprado limones, café, miel y aguacates mexicanos (dicen en la etiqueta) en supermercados europeos y se venden bien.

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